¿Cómo formar líderes fuertes en las generaciones más jóvenes?

Evidenciar el amor de Dios y discipular a esta generación es una parte del trabajo, pero nuestra responsabilidad no termina ahí. ¿Cómo podemos alentar a nuestros jóvenes a creer que tienen lo necesario para convertirse en líderes excepcionales? En esta lección, Susie LeForge reflexiona sobre la importancia de involucrar, edificar, equipar y empoderar a las generaciones actuales para que puedan ser lo que Dios las llamó a ser.

Puntos de acción


¡Pon en práctica lo aprendido junto a tu equipo de trabajo y eleva tu ministerio! Aquí te dejamos algunas preguntas para discutir el tema en reuniones de liderazgo, escuelas bíblicas o grupos pequeños.


Para discutir entre líderes: Los jóvenes de hoy son los líderes de mañana. Además de afirmar, edificar y equipar a la generación de relevo, tenemos la responsabilidad de hacerles saber que —más allá del ministerio juvenil— cuentan con una comunidad de fe en la cual pueden cultivar un sentido de pertenencia. Partiendo de esta premisa, reflexiona en lo siguiente:


  • ¿La participación de los jóvenes en la iglesia se limita a las actividades de los servicios juveniles y grupos pequeños? ¿Cómo se involucran los grupos juveniles con el resto de la comunidad? ¿Les están brindando la oportunidad de sumarse a la ejecución de tareas inherentes a la congregación?

  • ¿De qué manera pueden impulsar entre los jóvenes la cultura del servicio a Dios como una forma de marcar la diferencia y ser catalizadores del cambio?

  • ¿Cómo se sienten con respecto a la idea de abrir paso a la generación actual y a sus nuevos modelos de liderazgo y gestión?


Para aplicar en los grupos: Las nuevas generaciones no se conforman con ser espectadoras. Su búsqueda de la verdad viene acompañada de ímpetu y disposición.


Para cambiar la percepción que los jóvenes tienen de la iglesia y alentarlos a creer en que Dios desea usarlos, empieza por depositar tu confianza en ellos y no temas asignarles pequeñas misiones que cultiven su sentido de arraigo en la congregación. Enséñales que cuentan con una comunidad que cree en su potencial, los toma en cuenta, los involucra, los equipa, los edifica en el proceso y no teme abrir espacios para proyectarlos hacia el propósito de Dios en sus vidas.


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